Tal como recordaba San Juan de la Cruz, que en el atardecer de la vida nos examinarán de amor, la comunidad de la Sagrada Familia de Barcelona con la oración y la aceptación de las limitaciones que la edad y la enfermedad imponen, en las diferentes situaciones personales, trata de vivir su consagración-misión intensificando, en la medida de las posibilidades de cada una, el amor a Dios a los demás.

Gracias Papa Francisco por su incansable recorrido
Un pontificado de audacia evangélica. Que su mensaje no quede en el olvido «quisiera que volvieéramos a esperar que la paz es posible».