Nuestros fundadores

San José Manyanet

Nació en Tremp (España) el 7 de enero de 1833. Después de estudiar en las Escuelas Pías de Barbastro, y en los seminarios de Lleida y Urgell recibió la ordenación sacerdotal en La Seu d’Urgell el 9 de abril de 1859.

Tras doce años de trabajo en la diócesis, al servicio del obispo José Caixal, fundó dos Institutos religiosos para honrar a la Sagrada Familia de Nazaret y procurar la formación cristiana de las familias principalmente mediante la educación de la niñez y la juventud y el ministerio sacerdotal.

En 1864, fundó los Hijos de la Sagrada Familia, y en 1874, las Hijas de la Sagrada Familia – hoy Misioneras Hijas de la Sagrada Familia de Nazaret – que dieron principio a su labor abriendo escuelas, colegios y talleres y otros centros de apostolado en varias poblaciones de España. Hoy estos Institutos están presentes en los cinco continentes.

Especialmente llamado por Dios para presentar al mundo el ejemplo de la Sagrada Familia de Nazaret, escribió varias obras y opúsculos, fundó la revista La Sagrada Familia y promovió la erección del Templo Expiatorio – que en 2010 fue declarado Basílica– de la Sagrada Familia, obra del arquitecto Antonio Gaudí, destinado a perpetuar las virtudes y ejemplo de la familia de Nazaret y a ser el hogar de las familias de todo el mundo.
El 17 de diciembre de 1901 murió santamente en el colegio «Jesús, María y José» de Barcelona; sus restos reposan en la capilla del mismo, convertida en Santuario-parroquia «San José Manyanet» en el año 2007.

La fama de santidad que le distinguió en vida se extendió por muchas partes. El papa san Juan Pablo II lo declaró Beato el 25 de noviembre de 1984. El 16 de mayo de 2004 fue canonizado por el mismo papa.

Su gran aspiración era «que todas las familias imiten y bendigan a la Sagrada Familia de Nazaret»; su lema, «hacer de cada hogar un Nazaret». San José Manyanet es el profeta de la familia, el protector de nuestras familias. 

Madre María Encarnación Colomina

Manuela Colomina Agustí (1848-1916) nació el 24 de diciembre de 1848 en Os de Balaguer (Lleida) y fue bautizada el día de Navidad. La fe vivida en la familia y en la parroquia favorecerán en ella el deseo de consagrarse a Dios.

Tras un intento de vida religiosa en las Concepcionistas de Tremp, que debe abandonar por motivos de salud, y guiada por san José Manyanet, ingresó, en 1877, en el Instituto que éste había fundado en 1874, las Hijas de la Sagrada Familia. Al comenzar el noviciado en Horta (Barcelona) recibió el nombre de M.ª Encarnación; profesó el 23 de abril de 1879; poco después fue nombrada superiora de la Casa Noviciado.

La reforma que vivió el Instituto en 1880 comportó unos cambios que la alejaron del carisma recibido por san José Manyanet. Un grupo de mujeres fieles a él se reunió en Barcelona bajo la guía de la Sierva de Dios, y después de doce años de espera obtuvieron la aprobación del Instituto restaurado con el nombre de Hijas de la Santa Casa de Nazaret.

En 1894 fundan en Aiguafreda, y M. Encarnación será la superiora y maestra de novicias de esta casa, cuna de la restauración del Instituto. En 1898 asumió la fundación del colegio Nuestra Señora de los Ángeles (la Sagrera-Barcelona). Mientras tanto se abren el colegio San José, de Barcelona, y la escuela parroquial de Sant Joan de Vilatorrada. El Fundador le confió la dirección del Instituto, que ella condujo con prudencia y responsabilidad hasta 1905.

A partir de este año la Sierva de Dios vivirá en las comunidades de San José y colegio Nuestra Señora de los Ángeles dedicada a la oración, dando testimonio de caridad y contemplando y haciendo vida las virtudes de Nazaret.
El 24 de noviembre de 1916, durante la celebración de la eucaristía, sufrió un ataque de apoplejía; su situación fue empeorando y murió en olor de santidad la madrugada del 27 de noviembre de 1916.

En enero de 2015 la Santa Sede concedió el Nihil Obstat para iniciar la causa de beatificación y canonización, y el 15 de septiembre del mismo año tuvo lugar en Barcelona la sesión de apertura del proceso para el reconocimiento de la heroicidad de sus virtudes.