Entrevista de Roberta Ravanelli a Lucia Benucci, madre de Chiara Giorgetti

El día 15 de mayo de 2021, vigilia de la fiesta de la Ascensión del Señor, en el programa “Amo tu Palabra”, en el que se comentó el evangelio del domingo (Mc 16,15-20), a partir del minuto 15 aproximadamente empieza una entrevista a Lucia Benucci, en la que da su testimonio sobre su hija Chiara. Por supuesto, no explica todo lo que podría decir; una entrevista tiene sus límites; además, ese día no estaba en óptimas condiciones físicas ya que el día anterior le habían puesto la vacuna anticovid y le produjo fiebre. Con todo, ella desea compartir este recuerdo también con toda la familia de Chiara.

. […] Me preguntaba lo difícil que puede ser el camino de la vida cuando llega a la famosa selva oscura» de la que habla Dante. […] y decidí, con Paolo, invitar como huésped a una querida amiga, Lucia, del grupo “Caminamos juntos”.

Lucía es la madre de Chiara. Chiara es una hija que en un momento determinado de su vida siente con fuerza en su interior la llamada de este mismo evangelio de hoy, una llamada vocacional, y decide hacer una opción por la misión, como los apóstoles: «id por todo el mundo y proclamad el evangelio, la buena nueva».
Chiara elige la vida consagrada, y, en un momento dado, vive en plenitud la belleza de elegir su propio camino. Incluso se traslada a España, lejos de su madre.
Así que tenemos una madre y una hija que en un momento dado recorren el camino juntas; después estos dos caminos se vuelven paralelos, ya no son los mismos, la madre por un lado y la hija por otro. Sin embargo, en un momento dado, este camino prevé que los dos caminos converjan de nuevo, y entonces comienzan a ser un camino recorrido en compañía de una manera que nadie hubiera esperado.
Lucía, cuéntanos qué pasó.

. Sucedió que Chiara cayó enferma en octubre de 2014. Ya llevaba un año preparándose para ir a la misión, debía partir en enero de 2015 a Indonesia donde la congregación estaba creando una nueva estructura, una escuela, porque ese es el carisma. Ya estaba estudiando el idioma, como hacen todos los misioneros para prepararse; no es que puedan salir sin preparación. Pero alguien o algo decidió hacer cambiar de rumbo a Chiara. Al principio, Chiara experimentó todas las fases por las que pasan las personas a las que se les diagnostica un cáncer, es decir, la rabia, el miedo, la incertidumbre del mañana, el «¿por qué a mí?”.
En diciembre de 2014 en el hospital Vall d’Hebron, en Barcelona, el diagnóstico fue terrible: carcinoma inflamatorio ya infiltrado en los huesos y los pulmones. Es una enfermedad bastante rara, es un cáncer de mama bastante raro que afecta a chicas jóvenes de 20 a 30 años. Para este tipo de cáncer no hay curación, por lo que la palabra «incurable» fue terrible de digerir; y que te digan que para tu enfermedad no hay curación, sólo podemos intentar cronificar la enfermedad, y con esto no queremos decir curar, sino intentar seguir adelante hasta donde se pueda y que la vida sea lo más digna posible.
Los primeros tiempos fueron muy duros, terribles, porque para combatir, o más bien frenar un poco, un tumor tan agresivo, el tratamiento tenía que serlo también.
En esta primera fase, Chiara se sintió mal. No se sentía cómoda en esta condición, que era demasiado estrecha, porque la asfixiaba, la bloqueaba, es decir, no le permitía enseñar, no le permitía la vida activa de la comunidad. Y en esta primera fase, pero sólo en esta primera fase, vi llorar a Chiara.
Y entonces ocurrió lo que yo llamo el primer milagro. La enfermedad de Chiara duró cuatro años. También es un tiempo bastante largo para el tipo de patología, porque la predicción suele ser de dos años. Durante estos cuatro años, Chiara estuvo en el hospital todas las semanas; en cuatro años no pasó ni una sola semana sin visitar el hospital, ya sea para recibir tratamiento o para una revisión. Y en esas visitas, en esas largas esperas en la sala de espera del Hospital Vall d’Hebron, Servicio de Oncología, entró en contacto con un mundo que, hasta entonces, le era desconocido. También entró en contacto con un mundo bastante doloroso porque conoció a muchas mujeres, y conoció sus miedos, a veces su soledad, su malestar, su sufrimiento, incluso el sufrimiento físico. Y esto suscitó en Chiara el deseo de un contacto más estrecho con estas personas. Se le ocurrió crear un grupo y utilizar las redes sociales, un poco como hacen todos los jóvenes; Chiara tenía 30 años, así que -para mí es difícil, pero para ella no lo fue- creó un grupo cerrado de facebook al que sólo podían acceder las mujeres que habían sido diagnosticadas con este tipo de cáncer.
En este grupo las mujeres podían sentirse libres para expresar sus sentimientos, como he dicho, a menudo mucho miedo, mucho sufrimiento, a veces soledad, porque alguna también es abandonada por su pareja. A veces la pareja no puede soportar un dolor tan fuerte, tiene miedo.
Chiara me contó que de estas reuniones salió algo casi común a todas ellas, que además de la carga de la enfermedad, todas estas personas, estas mujeres, tenían otra gran carga que soportar, y era el dolor de la familia, el dolor de los niños, el dolor de los padres: cómo hablar con un niño y decirle cuál va a ser tu historia, o decir a tus padres, mirad, me vais a sobrevivir. Y eso, además de la enfermedad, es la mayor carga para todas ellas.
Este grupo, que actualmente existe y lo siguen novecientas mujeres, de doce países del mundo, fue el germen de la Asociación CMM, inspirada y creada por Chiara. En estas reuniones ellas se habían dado cuenta de que hay muchas asociaciones que se ocupan de recaudar fondos para la investigación, muchas, incluso específicamente para el cáncer de mama, pero ninguna a nivel europeo, no sólo español, que se ocupe del cáncer de mama metastásico.
¿Por qué? Porque es una minoría; porque de cada 100 mujeres que padecen cáncer de mama, sólo en 20 el cáncer afecta a otros órganos. Mientras que, si el cáncer de mama se cura, gracias a Dios y gracias a la investigación, el cáncer de mama metastásico no se cura. Por lo tanto, la investigación no es que sea importante, es extremadamente importante.
La Asociación es una de las más importantes de España. Ha financiado dos grandes proyectos de investigación y ha conseguido dos becas de investigación sobre el cáncer de mama metastásico, y están preparando la tercera.
Lo llamo el primer milagro para Chiara, y quizá también para mí, porque a partir de esa sala de espera comenzó la nueva misión de Chiara. Y empezó a caminar en la vida y con la vida de estas mujeres, de las que conocía el miedo, la rabia, las dificultades, el sufrimiento, a veces la soledad; las conocía muy bien porque también eran las suyas.
Me gustaría compartir con vosotros una bonita frase, un lema, que Chiara y la Asociación utilizaron en una recaudación de fondos en la que dice «ya que me ha tocado a mí, al menos que sea para que no te toque a ti».

. Estas palabras son una frase importante de Chiara: «que no les toque a otros». En este caso, debemos conseguir hacer nuestra esta frase sin esperar a que sea demasiado tarde. En todas las experiencias, debemos asegurarnos de luchar, de poner todo nuestro empeño en el camino, precisamente para que nuestras experiencias dolorosas se puedan ahorrar a otras personas.
Ahora, sin embargo, te hago una pregunta: El camino de los que están en la cruz -me imagino que todos estamos todavía ahí- es un camino muy doloroso, es el final, etc. Pero tú formas parte de las grandes madres, que, como la Gran Madre, María, experimentaron el estar al pie de la cruz, has vivido el estar al pie de la cruz. ¿Qué significa este camino para ti hoy, después de lo que le pasó a Chiara?

. Sólo quería decir una cosa: experimentar estar al pie de la cruz es una de las experiencias más fuertes que pueden darse. Pero no tanto como madre; estoy pensando en acompañar, en estar al pie de la cruz de una persona que sufre, porque experimentas toda la impotencia, absoluta; no lleva a ninguna parte gritar, enfadarte; lo único que puedes hacer es confiar. En cuanto al camino, por supuesto que hay que caminar; ¿por qué no?, ¿por qué no hacerlo? Y he experimentado que la vida no se detiene, que la vida sigue, aunque me haya pasado algo terrible. Así que aprendo de la vida, si la vida continúa ¿por qué yo voy a detenerme? Y realmente no quiero hacerlo; sé que, por desgracia, no siempre existe la posibilidad de un plan B, y a veces hay que seguir con el plan A, aunque no te guste, aunque sea amargo, aunque no sea el que soñabas. No pienso que estoy en un camino especial -o al menos no tengo conciencia de ello-, simplemente, camino. He aprendido a caminar como se camina en los senderos de montaña, un paso detrás del otro, un pie delante del otro, sin correr, sin forzar, a veces con la respiración entrecortada. Este es un gran trabajo mío porque tengo una certeza, una conciencia: que quien sobrevive a alguien tiene un enorme deber, tiene el deber de no desperdiciar ni un momento, un segundo de su vida, simplemente por respeto a los que tuvieron que dar esa vida, y, por los que tuvieron que entregarla demasiado pronto, con mayor razón.
Mi motor tiene un combustible especial, y son las últimas palabras, precisamente las últimas palabras, que Chiara nos dio, nos regaló. Con un hilo de voz nos dijo: «¿estáis preparados?», «yo estoy preparada, vosotros ¿estáis preparados?».
Y con respecto a esto quería añadir una pequeña cosa en la que estaba pensando justo hoy: Chiara estaba tan preparada, estaba tan a punto, que estaba en paz.
Y esta paz le permitió, no digo en los cuatro años de su enfermedad, sino en los últimos momentos -hablo de la última semana- le permitió incluso jugar con su enfermedad.
Quiero contaros estos dos pequeños episodios, son dos pequeñas frases, porque es como el legado de Chiara -cuando pienso en esto sonrío. Cuando Chiara sonreía ante esta situación, no era una sonrisa de resignación, sino de juego.
El primero, una semana antes de que se parara, estuvimos en urgencias de oncología, le tuvieron que hacer un drenaje. El médico entró, con la ficha, para hacer la ficha de ingreso, y al principio preguntó «Chiara, ¿cómo estás?». Ella con cara de pilla, pero la cara de pilla de los niños, del juego, le dijo: «Oh, sí, bien, con un cáncer de mama, con metástasis en el cerebro, pulmones, hígado, huesos, pero sí, todo va bien».
Y luego el último, que es realmente maravilloso en mi opinión. Chiara quería hablar a solas con su padre en las últimas horas. No sé lo que se dijeron, pero cuando su padre salió de la habitación me dijo: «¿Sabes qué me ha dicho Chiara?: Papá, si allí no hay pizza, regreso».
Pienso en estas cosas, que son dolorosas -me doy cuenta, no soy tonta- pero sonrío, porque ella sonreía cuando… jugaba; estaba tan en paz que se permitía jugar con su enfermedad.

. Sí, es su capacidad para darte ligereza en el momento más dramático.
He leído tu testimonio en el libro que se ha escrito en honor a Chiara, todos los testimonios de sus amigas, de los que la conocieron y precisamente está también el de su madre, o sea, el tuyo, y en este hermoso escrito que has hecho, hay una frase que me impactó increíblemente. La frase es esta: «Chiara se permitió volver a ser hija, dándome la posibilidad de volver a ser madre». ¿A qué te refieres exactamente?, y, sobre todo, si fue un regalo tener la posibilidad, en el camino que parecía sólo de ida, también de volver, de volver a revivir pequeños gestos maternales de los que quizás tenías nostalgia, o quizás no se habían vivido como querías, algo que nos puede pasar a las madres cuando damos las cosas demasiado por descontadas.
Dime, adelante.

. Este fue un regalo enorme, un gran regalo que recibí de Chiara. Tuve el privilegio de acompañarla los dos últimos meses de su vida y ella me acompañó. Se permitió volver a ser hija simplemente porque era lo que su cuerpo le permitía en ese momento. Ya no podía ser profesora, no podía ser monja, misionera, pero podía ser hija, podía, y se entregó totalmente, se confió totalmente y me dio la posibilidad de volver a ser madre, incluso en las pequeñas cosas de la vida cotidiana, y esto creó entre nosotras una enorme y profunda comprensión espiritual. Pero, Roberta, tengo que parar aquí.

. Lo entiendo y te lo agradezco. Hay una dignidad y un respeto. En efecto, yo digo que eres demasiado buena, aunque no te guste oírlo, al querer compartir esto; permíteme decirlo, el dolor siempre es celoso de su propio dolor.
Una última cosa quiero deciros antes de despedirme: Jesús camina en la vida, y Jesús asciende al cielo: esta ascensión significa ir al infinito que es omnipresente; por tanto, en la historia de todos nosotros, a través de nuestras morir y nuestro renacer. Y ahora me pregunto: hoy ¿qué es Chiara?
¿Qué es Chiara? Chiara hoy es una presencia para mí, no tiene forma, es sólo una presencia, una presencia diaria, y he decidido seguir caminando. Y si soy así, sinceramente, ni siquiera sé cómo es posible, simplemente soy así. Para mí ser así, vivir así, caminar así, es normal, tan normal como respirar. Y la respiración es algo natural, algo que se hace sin más; cada vez que intervienes para forzarla o detenerla, acabas asfixiándote. Así que hay que dejarla ir, hay que dejarla ir y que fluya de forma natural. Y he decidido dejar que mi vida diaria fluya de forma tan natural porque he decidido confiar en mi vida, he decidido confiar en mi respiración y, sobre todo, confiar en Aquel que me ha confiado esta vida y esta respiración.
Me gustaría, si me lo permitís, terminar con las palabras de Chiara, para presentarla un poco a los que no la conocen, una cosa breve, porque en estas pocas líneas explica su idea de milagro.

. Eso es lo que quería decirte. Antes has utilizado la palabra milagro. Dijiste que «esto era el verdadero milagro». Pero hablamos de los milagros, y demasiado a menudo quizás no tenemos ni idea de lo que es un milagro, creemos que son magia. En cambio, Chiara nos da realmente una definición de milagro que puede servir realmente a cada uno de nosotros.

. Es un pequeño extracto, son unas líneas de una entrevista que Chiara concedió a una periodista española; os las leo: «Mucha gente quiere que me ponga bien, reza por un milagro, pero creo que el mayor milagro se produce cuando una persona consigue encontrar algo bueno en una situación que, en principio, de bueno no tiene nada. Creo que en mi caso el milagro ya se ha producido, porque, aunque el avance de la enfermedad me obligue a hacer algunos sacrificios, me doy cuenta de que ha llenado mi vida de experiencias, de vidas, de personas, que de otro modo nunca habrían estado ahí. Sobre todo, me ha hecho comprender que lo más importante de nuestro paso no es el tiempo que nos queda sino cómo lo utilizamos».

. Creo que es algo que realmente deberíamos tener en nuestra mesita de noche, esta es realmente una frase de Chiara. Y es un mensaje que viene del más allá del velo y que sigue vivo esta noche para todos nosotros.
Lucía, realmente no sé cómo agradecerte. Gracias por tu dignidad, por la ternura y la delicadeza con la que has llevado este dolor tuyo, sin detenerte en el dolor, sino tratando de escarbar en lo más profundo para ver algo de luz. Siento que Chiara te ilumina, que Chiara está ahora a tu lado como quizás lo estaba antes. Mientras tanto, miro el facebook y veo que hay mucha gente que te manda saludos, que escribe frases hermosas, de un inmenso amor y complicidad. Y yo les digo a estas personas que Lucía no es social, por lo que no se encontrará en facebook.
Pero ya le he dicho a Lucía que cualquier mensaje particular que haya, yo mismo actuaré como intermediario para hacérselo llegar. Así que, si a alguien le interesa esta asociación para más información, o hablar con Lucía, ella nos ha dado su disponibilidad también para compartir penas sin nombre como las de las madres que pierden a sus hijos, ¿verdad, Lucía?

. Sí, por supuesto. De hecho, me gustaría aprovechar esta oportunidad para daros las gracias por permitirme hablar de esto.
. El honor es nuestro, Lucía.
. Gracias.
. Gracias.
. Teníamos muchas ganas de tenerte con nosotros, Lucía.

Compartir:

Otros Artículos