San Juan Pablo II: 100 años de su nacimiento

El 18 de mayo de 1920 nacía en Wadowice (Polonia) Karol Wojtyla, el futuro papa Juan Pablo II. Para recordar el centenario de su nacimiento, la LEV (Libreria Editrice Vaticana) ha publicado un libro titulado San Juan Pablo II: 100 años. Palabras e imágenes, que recoge escritos y fotografías de los años de su pontificado (1978-2005). Se puede encontrar en tres lenguas: inglés, italiano y polaco. El prólogo está escrito por el papa Francisco, que concedió al diario Avvenire anticipar la publicación de sus palabras.
En él define a San Juan Pablo II como “un gran testigo de fe, un gran hombre de oración que vivió completamente inmerso en su tiempo y constantemente en contacto con Dios, una guía segura para la Iglesia en tiempos de grandes cambios”.
Destaca la riqueza de su magisterio y la fecundidad “de su largo y fructífero pontificado, su gran pasión por el ser humano, su apertura, su búsqueda del diálogo con todos, su determinación de implementar cada intento detener las guerras, su propensión a salir a conocer a cualquiera y abrazar a los que sufren”.
Pero es otro el aspecto de su vida en el que desea detenerse: “Lo que a veces corremos el riesgo de olvidar, y que me gustaría llamar la atención de los lectores, es cuánto ha sufrido este Papa en su vida. Sus sufrimientos personales estaban relacionados con los de su pueblo y su nación, Polonia”.
Recorre, desde esta perspectiva, los datos biográficos de su infancia y juventud, sobre todo el impacto que las consecuencias de la guerra producen en él. “El sufrimiento que experimentó al confiar totalmente en el Señor lo forjó y fortaleció aún más la fe cristiana para la cual había sido educado en la familia. Fue un extraordinario educador de muchos jóvenes que, a través de él, un joven sacerdote, fueron introducidos en el camino de una fe concreta, presenciada, vivida en cada momento de la vida”.
Y contempla el sufrimiento que vivió durante su pontificado: “Sufrió el terrible ataque en 1981, ofreció su vida, derramó su sangre por la Iglesia y testificó que incluso en la difícil prueba de la enfermedad, compartida diariamente con el Dios hecho hombre por nosotros y crucificado por nuestra salvación, podemos seguir siendo felices, podemos seguir siendo nosotros mismos, podemos regocijarnos en la certeza del encuentro con Jesús resucitado”.
Finalmente, nos invita a recordarlo y a seguir su ejemplo: “Escuchemos su llamada a abrir las puertas a Cristo, no tener miedo. A pesar de las dificultades, caminemos felices por los caminos del mundo, siguiendo los pasos de los gigantes que nos precedieron con la certeza de que no estamos y nunca estaremos solos. San Juan Pablo II nos enseñó esto durante toda su vida, siempre cultivando un vínculo especial con nuestra madre del Cielo, María, Madre de la ternura y la misericordia”.
Fuente: Avvenire, 5.5.2020
Fotos: del libro.

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